segunda-feira, fevereiro 14, 2005

Sobre la muerte de Sor Lucía

Es con dolor, pero no con sorpresa, que me llegó la noticia hoy a través de mis padres de la muerte de Sor Lucía. Afortunadamente para mí me crié en una familia donde siempre se habló y se leyó sobre Fátima.
Sor Lucía ocupa una posición especial entres los tres niños videntes de Fátima. Los otros dos murieron en su infancia y son ya Santos. A la Hermana Lucía dos Santos, cuyo apellido quizás no fuera dejado al azar de la Providencia (la Iglesia dirá), le cupo la enorme tarea de transmitir el Mensaje de Fátima. Como tampoco es al azar que la Providencia dictara que su muerte se produjera un 13.
En A Casa de Sarto no pretendemos ser exhaustivos. Apenas apuntar hacia dónde se deben dirigir las antenas. Digamos lo siguiente, moleste a quien moleste :
1)
A Sor Lucía se le silenció durante décadas desde el Vaticano. Con ser grave que a una monja que en todo dio un maravilloso ejemplo cristiano de penitencia y obediencia, lo grave es que el Vaticano silenció a la Madre de Dios, a la Santísima Virgen.
2) A Sor Lucía le pusieron sordina en lo que al pretendido Tercer Secreto (el hecho oficial por Roma). Existen pruebas grafológicas que apuntan hacia una manipulación del Secreto. El Tercer Secreto de Fátima habla de lo peor que puede suceder, de una apostasía universal venida desde dentro de la propia Iglesia Católica. Digo lo peor porque si una guerra es una de las peores plagas, ¿cómo ha de denominarse a la condenación eterna de miles, de millones, de almas ? Desde A Casa de Sarto remitimos al lector
aquí y aquí.
3) Lo sucedido a Sor Lucía no es tampoco único. Los mejores trabajos escritos sobre Fátima, los varios volúmenes dle Padre Alonso, duermen el sueño de los justos en la Biblioteca Vaticana, cerrados a cal y canto. El silencio cómplice y traidor de la Roma modernista sobre el Padre Fuentes puede ser estudiado
aquí. Este silencio se viene ejerciendo sobre aquellos pocos, como el valiente Padre Gruner, a quien no se cortan en atacar todo lo que pueden desde Roma.
4) La pregunta es obvia : ¿Qué se oculta y por qué ? Lo primero no podemos saberlo a ciencia cierta, pero tiene que ver con una hecatombe espiritual sin precedentes. Hecatombe espiritual de la que sólo se puede salir con un
salutífero castigo. Lo segundo es porque el modernismo, « cloaca de todas las herejías » en sabia definición de San Pío X, aliada de aquellas fuerzas como el naturalismo y el liberalismo que niegan el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo, es la secta en la que han caído muchos prelados. Como aquellos judíos culpables del Sanhedrín, que fallaron en rendir homenaje al Mesías, estos católicos culpables de la Roma modernista fallan en declarar a Cristo Rey y Señor del Universo y a su Madre Santísima darle el altísimo lugar de honor y veneración que le corresponde.
Hoy más que nunca, en la muerte de esta ejemplar monja, gloria de Portugal y gloria de la Catolicidad, gritemos más fuerte que nunca ese grito con que nuestro difunto Jacobo San Miguel, lector nuestro, expiró : ¡Viva Cristo Rey !

Rafael Castela Santos

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