quarta-feira, outubro 12, 2005

La Virgen del Pilar y América

Hoy es el día de la Hispanidad. Decía el Padre Zacarías de Vizcarra que la Hispanidad no era otra cosa que la manera de vivirse la Cristiandad en los países hispánicos.
El 12 de Octubre, Festividad de la Virgen del Pilar, se descubría América allá en 1492. Cuando Cristóbal Colón tomó tierra lo hizo con la Cruz en las velas de sus barcos y portándola en el momento de tomar pie en las playas de la isla que bautizó honrando a Nuestro Señor Jesucristo: San Salvador. Eran tiempos de Fe recia y probada, de Fe mil y una veces ahondada y modelada en el troquel de la Cruz y el sufrimiento por Dios que significó la Reconquista y la expulsión del infiel del territorio patrio que nos había robado para, sobre todo, someternos al Islam.
España es Tierra de María. Porque María vino en carne mortal a Zaragoza para decirle al Apóstol Santiago, uno de los tres íntimos de Nuestro Señor Jesucristo que le acompañaran en esa visión de Gloria que fue el Monte Tabor, para animarle a permanecer en la Hispania romana y prometerle una gran cosecha de almas.
Cuando el Protestantismo robaba almas en Europa Portugal y España daban a Dios diez almas por cada una que caía en la herejía.
El privilegio de España, con la primera Aparición, y en rigor Venida, de la Santísima Virgen, es grande. Como lo es el de Portugal, Patria bendita que es el centro del hecho más importante del siglo XX, que fueron las Apariciones de Fátima y en la que la Fe, como Nuestra Señora nos dejó dicho, siempre tendrá cobijo. Y es digno de mencionarse que fuera en la Festividad del Pilar, la columna sobre la que vino María para consolar y animar a Santiago en su fervor y celo apostólicos, cuando el “Tierra a la vista” lanzado por el marinero de la Santa María (¡qué nombre más bello para una Carabela!) abriera el mundo ignoto de América de par en par a la Sangre redentora de Cristo.
De esa íntima unión entre España y María dejamos constancia aquí.
Y la oración que el Almirante Don Cristóbal Colón rezó, dirigiendo la plegaria de todos sus marineros, poco antes del avistamiento de América no fue otra que ésta:

"Bendita sea la luz
y la Santa Veracruz
y el Señor de la Verdad
y la Santa Trinidad.
Bendita sea el alba
Y el Señor que nos la manda.
Bendito sea el día
y el Señor que nos lo envía. Amén."

Amén.
¡Benditas seáis, Españas todas, hijas predilectas de María! Porque habéis sido entregadas para Cristo y para Corona sublime de María en virtud del Bautismo de todos los vuestros que abrazaron la Cruz de Cristo y de los innumerables mártires que con su sangre sellaron el territorio de esas Españas transatlánticas como el de esas otras Españas europeas habían sido selladas igualmente antes.

Rafael Castela Santos

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