terça-feira, fevereiro 14, 2012

¿Para cuándo Fátima?

Estamos triturados por un montón de noticias en nuestro derredor, ahogados en la sobreinformación tremenda con que se nos anestesia. Entre esas noticias merece la pena espigar siquiera el dato tremendo de que cada 5 minutos hay un mártir cristiano en el mundo. 12 a la hora. Casi 300 al día. Cerca de 10.000 por mes. Ahí es nada: el Diocleciano nuestro de cada día. Por no hablar de otras persecuciones anticristianas no letales, pero cruelísimas.
Hoy por hoy es en países árabes donde antes sí se respetaba –aunque no fuera perfecto- a los cristianos, como Irak, Libia o Egipto (¿esta era la defensa de las minorías que predicaban los “cruzados” contra el Eje del Mal?). Pero también en países comunistas, como China, Corea del Norte o Cuba, donde se persigue a los católicos. Nada menos que 350 millones de cristianos están siendo perseguidos.
Se habla con este lenguaje tibio, vomitivo, de la “persecución religiosa”. Pero no hay tal persecución religiosa genéricamente hablando. La persecución es mayoritariamente contra los cristianos. Ni musulmanes ni judíos sufren esta persecución en la magnitud que la sufren los cristianos, por ejemplo. Casos que, si se dan, se airean a medio mundo. Pero de los casi 10.000 cristianos muertos nadie habla. Incluso Roma parece hablar con sordina sobre ellos.
Otro tema que merece la pena analizar es la marcha de las conversaciones entre Roma y la Hermandad de San Pío X. Mucho de lo que dice la prensa es espurio. Quizás aclare y pongan ciertos puntos sobre ciertas íes las recientes declaraciones del antiguo Superior de la SSPX, el Padre Schmidberger. O, también en un ánimo clarificatorio, merezca la pena señalar la tergiversación de ciertas palabras de Monseñor Fellay. Pero esto mismo está todo revuelto.
El mundo va mal, ciertamente. Sea como sea, aquí se nos ha engañado con este tema de las Consagraciones del mundo, o las Consagraciones parciales. No hemos visto que se haya cooperado plenamente con los deseos expresos de la Santísima Virgen en Fátima, cuando pidió la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón por parte del Papa y en compañía de todos los Obispos del mundo. Hay, de hecho, una brutal diferencia entre el mundo actual (post-pseudoconsagraciones) con el Portugal posterior a 1931 que habla por sí sola.
¿Para cuándo la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón, Santo Padre? ¿Para cuándo Su Santidad pudiera hallarse en trance de muerte violenta y cruel …?
Nuestro destino, como católicos, pero también el destino de todos los hombres, está en las manos consagradas y consagrantes de Vuestra Santidad. Y en la de todos los demás Obispos católicos del orbe.
¿Para cuándo Fátima?

Rafael Castela Santos

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